Por GABRIELA MIRANDA C.
Estudiante de Ciencia Política
Pontificia Universidad Católica de Chile
Somos jóvenes hijos e hijas de la PSU, del NEM y del Ranking. Respondemos a un sistema educativo que nos lleva a los límites de la competencia durante nuestra estadía en la universidad. Largos trayectos en el transporte público, una gran cantidad de horas sin dormir, otra de tazas de café y ojeras en cada uno de nuestros rostros. Más de alguna vez nos sentimos identificados con Mafalda diciendo ‘’¡Paren el mundo que me quiero bajar!’’.
Fueron unos estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad De Chile, quienes hicieron visible y pusieron en la agenda el tema de la salud mental de los estudiantes universitarios, esa tan criticada temática por quienes nos anteceden. El estudiante universitario promedio, ya no se caracteriza sólo por las ojeras, sino que por la cantidad de medicamentos y drogas que consume para tratar de sobrellevar la carga académica, la presión de pasar todos los ramos, de cómo solventar aquello que ni créditos ni becas logran cubrir, entre un sinfín de problemáticas del día a día que no son visibilizadas por las distintas casas de estudio ni por el gobierno de turno.
“Hoy a los niños los mandan al psicólogo, les dan todo tipo de medicamentos… sobre diagnosticados. En mis tiempos, oiga, una patada en el traste y era el mejor y santo remedio. Y, además, gratis”, ‘’¿Por qué alegan tanto? En mi época era normal la presión’’ o ‘’Es pura flojera, y comodidad de esta generación’’ son algunas de las célebres frases que retumban criticando a los estudiantes que se manifestaron. Las horas para una atención psicológica en salud estudiantil en las distintas casas de estudio no dan abasto y miles de estudiantes semestre a semestre deciden congelar o suspender sus estudios porque simplemente no dan más. Por otro lado, en el año 2017 el gobierno reveló que un 41% de las licencias médicas que se entregaban eran por problemáticas de salud mental.
¿Será que la salud mental es un tema de salud pública y no sólo afecta a los estudiantes? La respuesta tiende a inclinarse – lamentablemente – hacia un sí. La salud mental no se ha tocado con la madurez y la responsabilidad que esto requiere en nuestro país, y cada día que pasa, es peor. No deja de ser una sorpresa (y por lo bajo alarmante) la cantidad de suicidios que han ocurrido en este último trimestre en el Metro de la capital, o que cada vez más las licencias médicas por estrés, depresión o ansiedad aumenten.
¿Pero a quienes debemos ver como los responsables del trágico escenario antes descrito? ¿Los académicos que presionan cada día más? ¿La rutina que ha de desgastar cada día más? ¿El sistema escolar? ¿Las autoridades que no han de dar soluciones efectivas? Todo apunta a que no sólo cada uno de los actores tiene un rol importante a la hora de enfrentar la situación. Lo anterior se atribuye a un sistema sumamente viciado, competitivo y voraz, en donde las enfermedades mentales son un tabú, un síntoma de debilidad y de profundo sentir para quienes han de sobrellevarlas, y más aún sufrir cada día con ellas. La salud mental no debe de ser más que un tema para la agenda política o gubernamental, sino que un área más de trabajo en las Universidades; una responsabilidad en conjunto que logre atenerse a compatibilizar una carga académica con el bienestar de los estudiantes.
No obstante, la única solución en materias de políticas públicas en un corto plazo es la prevención y el acompañamiento de cada uno de los estudiantes, que en un futuro no muy lejano y ya fuera en el mundo laboral, son potenciales trabajadores que deberán hacer uso de mecanismos ya empleados en su época universitaria, como licencias médicas o el abuso constante de medicamentos para lograr estabilizarse o simplemente el abandono de sus labores, lo cual no deja de ser sumamente preocupante. Se debe normalizar las distintas enfermedades y trastornos mentales, que deje de ser un tabú la salud mental de cada uno de los estudiantes, y por sobretodo, la salud mental de cada uno de los chilenos.
*Imagen de cabecera propiedad de El Desconcierto.
La temática abordada es relevante. El sistema educativo escolar y universitario requiere urgente revisión. Los datos señalados avalan la preocupación y visibilidad del problema. Estamos formando niños y jóvenes bajo parámetros añejos y antiguos, que no responden a las exigencias del siglo XXI. La salud mental de los estudiantes debe ser tema de política pública.
Me leí la columna entera y con el título me bastaba. Palabras y palabras arrojadas sin una idea original.
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