Por FRANCO GUZMÁN S.
Licenciado en Historia, Magíster en Historia y Profesor de Historia y Ciencias Sociales
Pontificia Universidad Católica de Chile
El fútbol siempre ha sido considerado un “deporte popular” y no solo por el hecho de que es practicado y seguido por mucha gente alrededor del mundo, también se le aplica ese adjetivo por que es un deporte capaz de generar patrones de identificación cultural, los cuales, al parecer, se encuentran más arraigados entre las clases bajas de la sociedad. Además, es barato y simple de practicar, ya no se necesitan mayores implementos para poder llevarlo a cabo, lo cual hace que suba la cantidad de interesados. Estos factores, entre otros, hacen que el fútbol sea considerado por muchos como el “deporte de los pobres” y si bien no queremos caer en odiosos estereotipos, resulta bastante visible el hecho de que tanto en Chile como en varias partes del mundo, el fútbol es un deporte que cuenta con millones de seguidores, por lo cual estaremos de acuerdo en decir que sin dudas es un deporte masivo, transversal a grupos sociales, a regiones y a naciones diferentes y muy significativo para muchas personas.
Pero no siempre fue así. Se podría decir que es un hecho casi olvidado, o por lo menos poco conocido, pero en sus orígenes el fútbol era un pasatiempo de caballeros, un deporte asociado a la aristocracia y la clase alta en general. En algún momento eso cambió radicalmente y este juego dejó de ser un deporte de elite y pasó a ser uno masivo, con especial significancia para los grupos populares alrededor del mundo. ¿Cómo y cuándo pasó esto? Para responder esta pregunta, tendremos que remontarnos a los orígenes del juego, los cuales nos sitúan en la Inglaterra del siglo XIX.
En el siglo XIX, Inglaterra (En rigor el Reino Unido, aunque Inglaterra era su región hegemónica), era la potencia que dominaba el mundo. La revolución industrial había transformado profundamente a ese país y para la segunda mitad del siglo XIX, ésta era la primera economía, técnicamente la “fabrica del mundo”, controlaba un gran imperio colonial y sus productos eran vendidos en todo el orbe, gracias a su poderosa flota, la cual también se preocupaba de garantizar sus intereses políticos y económicos, por la fuerza de ser necesario. Inglaterra estaba en la cima del sistema capitalista que se imponía en el mundo, el cual dividía a los países y regiones de la tierra en industrializados y productores de materias primas, y dicha división tampoco era ajena al Reino Unido y a la misma Inglaterra. Anteriormente aludíamos a que este país era la región hegemónica del Reino Unido, y lo era no solamente por un tema de política o cultura, sino que esto era así principalmente por su economía, ya que los otros integrantes del reino (Escocia, Gales e Irlanda) todavía tenían una economía basada en las actividades extractivas; minería y agricultura principalmente, pese a que también contaban con notables centros industrializados. En el caso de Inglaterra, las zonas norte y central eran testigos del auge de las ciudades industriales, rodeadas de pequeñas y medianas propiedades agrícolas, mientras que el sur concentraba las grandes industrias y el capital financiero, además de que ahí se encontraba Londres, el corazón administrativo y comercial del imperio británico. Un aspecto muy irónico de la revolución industrial es que, desde el punto de vista regional, reafirmó la preponderancia del sur de Inglaterra, zona que ya desde la Edad Media se perfilaba como la región más desarrollada de las islas británicas.
Desde el punto de vista social, la revolución industrial trajo cambios más profundos para Inglaterra y las demás regiones del Reino Unido. Surgió una nueva elite, formada por los dueños de las fábricas, banqueros y grandes comerciantes, la así llamada burguesía, la cual se mezcló con la antigua aristocracia terrateniente con el fin de llegar a lo más alto de la sociedad, mezclando el dinero de los primeros con el prestigio de los segundos. Por otra parte, la urbanización comenzó a aumentar, el campesinado comenzó a ver como sus filas disminuían y como crecía el grupo de los trabajadores urbanos y el de los profesionales, el germen de la futura clase media. El dominio de la elite inglesa era casi indiscutido durante las postrimerías del siglo XIX, a diferencia de otros países, el Reino Unido no sufrió grandes revoluciones políticas durante este periodo, logró establecer un sistema político monárquico y parlamentario que lentamente cedía derechos laborales a las clases bajas, pero que no cuestionaba la jerarquía social, por lo que los valores y hábitos de la elite eran imitados no solo en su país, sino que en muchas partes del mundo, ya que Inglaterra era sin duda uno de los países más admirados del mundo en ese entonces.
Y en este punto es donde nos volvemos a encontrar con el protagonista de estas líneas, el fútbol. Tener un hobby, es decir, un pasatiempo provechoso era algo muy propio de la elite inglesa. Ello explica la razón por la cual en la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a practicarse muchos deportes de formas estructuradas, dando forma a los primeros reglamentos y federaciones de muchas disciplinas deportivas. En algunos casos, en los colegios de elite se fomentaba la práctica de ciertos deportes, ya que se pensaba que a través de su ejercicio los estudiantes aprenderían valores como el trabajo en equipo, la resiliencia y la sana competitividad. El fútbol no fue la excepción y en 1863 nace en Inglaterra la Football Association, la famosa F.A., gracias al convenio entre varios representantes de los colegios de elite ingleses que lograron ponerse de acuerdo sobre las reglas básicas de un deporte que ya llevaba bastantes años jugándose. Como dato anecdótico, y para ejemplificar el carácter aristocrático del juego, se dice que los creadores de la F.A. no aceptaban tomar el balón con las manos, ya que ensuciarse en exceso era algo impropio de un caballero, por eso el fútbol se juega con los pies, mientras que aquellos que defendían el uso de las manos terminaron creando la federación de rugby, deporte que por mucho tiempo compitió con el fútbol en popularidad, y aun hoy en día es muy practicado en las islas británicas.
Con el tiempo, comenzaron a aparecer otras asociaciones nacionales, tanto en el Reino Unido como fuera de este, mientras que en Inglaterra los miembros de la F.A. iban dando forma su competencia interna. En 1871 nace la F.A. Cup, el “torneo más viejo del mundo”. Por lo que hemos relatado anteriormente, no debería sorprenderle al lector que en estas décadas los equipos que dominaban la copa eran los equipos de la elite, sobre todo aquellos conformados por los exalumnos de los colegios del sur de Inglaterra. Otro ejemplo del dominio aristocrático del futbol inglés en esta época era el hecho de que la actividad era percibida como un pasatiempo, jugar por dinero era considerado un deshonor que incluso podía ser castigado con la desafiliación de los jugadores o del club implicado. El fútbol era totalmente amateur, una entretención en donde los jugadores ponían a prueba su carácter y fortaleza, tanto física como mental. Y ya que hablamos sobre el juego, debemos decir que cualquiera de nosotros, si tuviera la oportunidad de volver en el tiempo y presenciar cualquiera de estos primeros partidos, quedaría bastante sorprendido por la violencia que dominaba el fútbol en estos primeros tiempos. El juego era rudo sin duda. Las formaciones utilizadas no tenían mucho que ver con las que imperan ahora, en general se ocupaban muchos delanteros y pocos defensas, y casi no había mediocampistas, por lo que resulta que la única forma de equilibrar la defensa era permitiendo acciones que hoy en día serían mas propias del rugby que del fútbol.
Esta misma rudeza explica, junto con la mayor disposición de tiempo libre, el dominio de los equipos conformados por jugadores provenientes de la elite. Recordemos que en la sociedad inglesa de la época existía una gran desigualdad, a tal nivel que los miembros de la elite estaban mejor nutridos y en general eran más altos y desarrollados que los de clase baja. Ya que el juego se basaba en la fortaleza de los jugadores, podemos entender porque son los miembros de la elite los que imponían sus condiciones en estos tiempos.
A nivel de espectáculo, el fútbol en Inglaterra competía con otros deportes, como el rugby o el críquet, y todavía no se acercaba a lograr esa particular identificación que desarrolló con las clases populares. Pero eso comenzó a cambiar gracias a un equipo que merece su nombre en las páginas de la historia del fútbol, aunque rara vez es mencionado: El Blackburn Olympic. El Olympic ni siquiera era el equipo más importante de la ciudad de Blackburn, situada en el noroeste de Inglaterra, ya que ese honor le corresponde al aún vigente Blackburn Rovers. Pese a ello, el Blackburn Olympic se logró coronar campeón de la copa F.A de 1883, derrotando en el alargue a los todopoderosos Olds Etonians por 2-1. Cabe agregar que el colegio Eton es reconocido por ser la institución en donde se educan, hasta el día de hoy, los miembros de la familia real, mientras que la base social del Olympic eran trabajadores de las fábricas y de los molinos de Blackburn. Las razones que explican el éxito del Blackburn Olympic se pueden encontrar en el hecho que sus jugadores coordinaron reuniones de práctica y muchos recibían pagos para compensar las horas que dejaban de trabajar. Además, su entrenador desarrolló un nuevo estilo de juego, basado en los pases y en la velocidad, y resistencia física, de sus jugadores. Finalmente, los olympics se hicieron famosos por cuidar su dieta, dejando de lado, entre otras cosas, el consumo de cerveza. Su triunfo no careció de polémica, fueron acusados de pagar a sus jugadores y de entrenar en demasía, pero todos estos reclamos fueron en vano. Si bien este equipo no pudo repetir sus éxitos ni superar sus deudas, pronto sus métodos serían imitados por otros clubes del Reino Unidos, y ya en 1885 la F.A tuvo que aceptar, a regañadientes, la nueva realidad del fútbol, por lo cual este deporte comenzó a transformarse, pasando de un hobby aristocrático a una actividad profesional.
El Blackburn Olympic desapareció en 1889. No logró sobrevivir al inicio de la era profesional del fútbol en Inglaterra, pese a que fue uno de sus pioneros. Pero su triunfo fue más que una anécdota. Forzó a los dirigentes de la F.A, controlada por los clubes aristocráticos, a aceptar la incorporación de reglas profesionales. Esto a su vez permitió ampliar la base de jugadores y diversificó su origen social. Los trabajadores interesados podían renunciar a una parte de su jornada laboral y dedicar ese tiempo, sobre todo en su juventud y mediana adultez, a jugar fútbol. Es cierto que los sueldos de los jugadores en general eran bajos y no les permitían mantenerse solo con eso, pero ya era un gran paso. La incorporación de jugadores y de clubes que no eran parte de la elite hizo que las clases populares comenzaran a identificarse con los clubes de fútbol, el juego se comenzó a volver un espectáculo masivo y pronto dejó de ser un asunto que sólo les interesaba a los británicos. El hecho de que Inglaterra era un país poderoso y respetado en todo el mundo sin duda contribuyó a expandir este deporte por todo el orbe, pero resulta indudable que, si no se hubiese ampliado, ni diversificado, el número y el origen de los jugadores en Inglaterra, el fútbol no se abría expandido tanto. Justamente los grandes difusores de este deporte no eran precisamente miembros de la elite, fueron los marineros ingleses, los cuales al arribar a un nuevo puerto jugaban partidos improvisados. Estos eventos llamaban la atención de los lugareños y pronto comenzaron a ser imitados, aunque esa ya es otra historia.
Bibliografía y Fuentes:
Cox, R. W., Russell, D., Vamplew D., “History of Football”, in Encyclopedia of British Football, Frank Cass edit, 2002.
Green, T., “Blackburn Olympic 1883”, in When Saturday Comes n° 236, October 2006. https://www.wsc.co.uk/the-archive/37-As-good-as-it-got/1229-blackburn-olympic-1883
Hobsbawm, E., (1994), Historia del siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 1998.
*Imagen de cabecera propiedad de rarecards.co.uk.
Existe un texto que relata el origen elitista que, también, caracterizó al desarrollo del fútbol en Brasil «El negro en el fútbol brasileño» (O negro no futebol brasileiro). Quizás pueda servir para comparar ambas realidades.
P.D. Creo que la admiración por la cultura británica es compartida por varios integrantes de este grupo.