Por TERESITA
Historiadora y Profesora
Hace algunos días, anda circulando en las redes sociales un video y un texto que constituyen una alabanza desproporcionada a la labor de carabineros y de militares en el Hospital San Borja y con motivo de los recientes aluviones. La alabanza es desproporcionada e injusta, porque nos quiere dar a entender que las fuerzas de orden y seguridad están haciendo algo que excede sus funciones.
A los militares y carabineros les pagan altos sueldos para realizar sus funciones. Los militares deben defender nuestro país y en estado de excepción, como en el que estamos, son ellos los que ahora están sacando el barro de las casas y de los caminos. Ellos tienen la fuerza física, los medios económicos y el deber de servir a su patria en lo que sea necesario. La misma Constitución de 1980 que actualmente nos rige así lo establece. Y en este minuto, se les necesita en eso. El caso del Hospital San Borja fue un accidente lamentable en el que carabineros y militares estuvieron realizando esas funciones que les son propias. Pero no olviden a cientos de voluntarios como lo son los bomberos, quienes, junto con varios representantes del cuerpo médico, enfermería y tens, entre otros, que ya habiendo cumplido sus turnos (de 24 hrs. en muchos casos) se quedaron a ayudar para sacar a los damnificados y salvar insumos del muchas veces precario servicio con el que cuenta el hospital. ¡Ellos son nuestra primera línea!
Los primera línea que destacaron desde octubre de 2019, defendiendo a miles de manifestantes contra la fuerza desmedida de militares y carabineros en este estado de excepción, son personas de clase media y personas pobres, que quizás están sacando el barrial de sus propias casas y ayudando en sus barrios pobres de manera silenciosa, sin salir en las noticias a nivel nacional, porque sus acciones en el pasado son repudiadas por quienes controlan el país, aunque aplaudidas por la comunidad, la gente de a pie.
La miseria a la que se refiere el texto en cuestión es la diferencia clara entre la gente a la que se le inundó la casa producto de construcciones mal hechas y con malos materiales por sus propias condiciones económicas de esfuerzo, comparadas con la clase gobernante que se encuentra desvinculada de las necesidades de la gente a la que gobierna.
Se aplaude en redes sociales la labor de carabineros y militares en el Hospital San Borja (hacen lo que les corresponde por mandato constitucional), pero ningún medio de comunicación ha destacado a los bomberos que ayudan los 365 días del año como voluntarios a lo largo de todo nuestro país, y para qué hablar de la invisibilidad de las personas que se han organizado para limpiar el barro que estas lluvias trajeron a sus pequeñas comunidades; ello es de una bajeza realmente miserable.
Tengo rabia con los mayores de 45 años, que no ven necesidades de cambio en esta sociedad injusta, que creen que demandar justicia social es egoísmo, liviandad e irresponsabilidad. Debieran llamarse la «generación de la mediocridad, de la bajeza y la inmoralidad», que se creen superiores por tener más dinero y sobreexplotar a quienes nacieron en peores condiciones socioeconómicas y se creen dueños de mundo y no son dueños de nada, porque no son hijos del rigor ni del sacrificio, sino herederos de un imperio construido sobre el sudor y sufrimiento de otros.
Por otra parte, el texto, saliéndose completamente de su objetivo inicial, las emprende con una retórica victoriana y critica a mujeres y jóvenes en las luchas reivindicatorias que se han dado en los últimos años, demandando justicia e igualdad de oportunidades. ¿En qué mundo viven estas personas? Pareciera que no comprenden que las mujeres SON iguales a los hombres y que luchan por dignidad y respeto, adoptando posturas de hombres, ya que como mujeres nunca se les ha respetado en esta sociedad. Chiquillas, ustedes pueden hacer lo que quieran con sus vidas y cuerpos; les pertenecen a ustedes y no a otros.
Tengo rabia por una generación que no tiene respeto por los mayores, ya que hablan de derechos y tienen a mayores de 70 años trabajando, porque la pensión no les alcanza y la salud pública en este país es miserable.
Tengo pena y estoy triste por mi Chile querido. ¿Cómo salimos de ésta si hacemos los intentos por avanzar, pero nos siguen bloqueando? ¿Podremos alguna vez tener una clase política, honesta, seria, no corrupta y que la gente no siga votando por los mismos de siempre?
Por último, quiero dejar de manifiesto que el texto en cuestión es tendencioso y ponzoñoso, pues establece una oposición que no debiera existir: militares y carabineros, buenos valiosos y patriotas, versus mujeres y jóvenes malos, corruptos, inmorales y de la peor calaña. Recordemos: la primera línea no ha desfalcado al Fisco en 72 mil millones de pesos; no ha hecho montajes burdos, no ha torturado ni asesinado a nadie.
Si se van a hacer comparaciones que revisten juicios de valor, se deben establecer los mismos criterios para ambos. De lo contrario, sería mejor que se quedaran callados.
*Imagen de cabecera propiedad de Portal de Melipilla.