Protesta con sabor a pisco

Por PATRICIO LE CERF V.

Licenciado en Historia y Magíster en Ciencia Política con Mención en Relaciones Internacionales

Pontificia Universidad Católica de Chile


*La presente columna es una continuación a otra publicada por el mismo autor en el sitio. Vínculo AQUÍ.

Valparaíso, 2 de abril. Un grupo de viente productores de pisco de distintas zonas del país se fotografían con los diputados UDI de la Región de Coquimbo, Juan Manuel Fuenzalida y Sergio Gahona, cargando un lienzo con el mensaje, «El pisco es chileno» impreso sobre el pabellón nacional. El motivo de tal encuentro fue la presentación de un proyecto de ley por parte de ambos legisladores que pretende prohibir el ingreso a Chile de cualquier destilado peruano que lleve la denominación de «pisco», so pena de la destrucción integra de las partidas ingresadas. Al ser preguntados por la iniciativa, los parlamentarios de gobierno sostuvieron, «Este proyecto tiene por objeto establecer cierta reciprocidad con lo que está ocurriendo con la industria pisquera nacional, específicamente, en el Perú». Lo anterior a raíz de la institucionalizada normativa aduanera peruana de prohibir el ingreso y comercialización del destilado chileno con denominación de «pisco». Apelando a la defensa de la producción y competitividad nacional, Fuenzalida y Gahona concluyeron ante los medios: «La idea (del proyecto de ley) es emparejar la cancha entre lo que ocurre con los productos chilenos y peruanos».

Este hecho supone un nuevo capítulo de la ya larga «guerra comercial» que Chile y Perú mantienen por la denominación de origen del popular destilado en mercados extranjeros, siendo la negativa de las autoridades del país andino de aceptar la propuesta chilena de «tregua» de reconocimiento mutuo a inicios del mes de marzo, el gatillante de este proyecto legislativo interpuesto por dos parlamentarios oficialistas.

Las reacciones por parte de la sociedad peruana están por verse; no obstante, éstas resultan bastante predecibles sí se considera que el pasado 26 de marzo, el gobierno peruano, a través de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo, llevó a cabo el lanzamiento oficial de una nueva marca del disputado licor, «Pisco, Spirit of Peru», durante la cumbre gastronómica Madrid Fusión 2019, apelando en todo momento a la unidad nacional y a las arraigadas raíces históricas de esta bebida en dicho país.

Ahora yo le pregunto a usted, estimado lector, ¿considera justo la medida que los diputados Fuenzalida y Gahona proponen? Bajo un escrutinio de paridad aduanera-comercial, fácilmente podría decirse que sí. Resulta lógico que una normativa de esta índole aplicada a un lado de la frontera se aplique, tarde o temprano, al otro lado, particularmente cuando se considera que Chile y Perú son los únicos países productores de pisco del mundo. Bajo una óptica política-diplomática en cambio, la respuesta no es tan simple ni inmediata.

Primeramente, debemos valorar como ciudadanos que las autoridades políticas de gobierno empiecen a considerar la materia como un ítem de carácter de interés nacional con profundas aristas gastronómicas e idiosincráticas. Sin duda constituye un gesto positivo para la atribulada y hasta hace poco invisibilizada industria pisquera nacional compuesta de 4.800 pequeños y medianos productores. Ahora bien, teniendo en cuenta la delicada historia política entre ambos países vecinos, ¿resulta sabia la aplicación de la ley de talión, la regla del «ojo por ojo, diente por diente»? Dada las crecientes instancias de fortalecimiento de cooperación e integración vecinal-regional como la Alianza del Pacífico, el TPP-11 o el naciente PROSUR (cuyos alcances y reparos se prestan para otra columna), pareciera ser a priori una alternativa incómoda y alienante en términos de estrechez de vínculos bilaterales.

En la práctica, no obstante, la aprobación de dicho proyecto (cuya única novedad en relación a la normativa comercial vigente es la destrucción del producto incautado por las autoridades aduaneras), no afectaría de manera significativa el afianzado y pujante vínculo comercial que existe entre ambas naciones. Cabe recordar que Chile, paradójicamente a la materia en discusión, es el principal importador del pisco peruano (ingresado bajo el nombre de «aguardiente de uva»), cuyo mercado interno consume nada menos que el 40% de la producción total, evaluado en un monto aproximado de 96 millones de dólares. Por consiguiente, cambios en el corto plazo y mediano plazo de esta compenetrada dinámica de compra-venta, son muy poco probables.

Entonces, tras considerar los escenarios planteados, ¿cómo debe proceder Chile? ¿debe devolver el golpe o poner la otra mejilla? Personalmente, considero que de este volátil desencuentro vecinal puede surgir una inigualable oportunidad de unidad y crecimiento entre ambos pueblos hermanos. Para ello, la cancillería y las carteras de agricultura y economía de Chile tienen que, en tono conciliador y cercano, seguir insistiendo en la propuesta de un reconocimiento mutuo, resguardando siempre las particularidades culturales y manufactureras de las industrias de ambos países. Esto, acompañado de los procesos de integración y cooperación bilateral-regional señalados, generaría un clima propicio de entendimiento entre Santiago y Lima, que sí es respaldado transversalmente por la clase política, la industria licorera y la sociedad civil, permitiría abrir el camino, de al menos, la discusión de un modelo de alianza de exportación dual. ¿Probabilidades de éxito? no muchas, sobre todo cuando todavía queda pendiente un litigio de denominación de origen en el atractivo y turístico mercado tailandés, el cual muy probablemente se incline por la causa peruana considerando el fallo del Consejo de Apelaciones de Propiedad Intelectual de la India. Sólo con genuina voluntad política y un sólido trabajo intersectorial por parte de ambos países y poblaciones, se podrá avanzar en la construcción de un esquema de posicionamiento comercial-cultural único en el mundo.

«Crisis es oportunidad» reza un viejo adagio. Ahora más que nunca nuestros dirigentes deben volcarse al mensaje de dicho de refrán.


*Imagen de cabecera propiedad de Cooperativa.

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