Una sociedad más igualitaria es posible

Por DIEGO SARMIENTO K.

Estudiante secundario

Club B


Uno de los mayores desafíos para las democracias liberales consta en reducir la abismal desigualdad social patente a día de hoy. Así lo definió el Foro Económico Mundial en su reunión anual 2020. Y no en vano, pues, si existe un denominador común entre las diferentes revueltas populares que han tenido lugar, tanto en Latinoamérica como en el resto del mundo, es la exagerada estratificación social, que da cuenta de lo deficientes que han sido los mecanismos empleados por los actores políticos al momento de redistribuir la ganancia de los países. Por lo demás, una revisión a estos mecanismos, sean los sistemas tributarios o bien la política social, es imprescindible. No se trata meramente de “emparejar la cancha”, sino de otorgar las oportunidades necesarias para que cada quien pueda, en función de sus intereses y capacidades, elegir la vida que quiere vivir y no resignarse con la que, por factores socioeconómicos, étnicos o culturales; le tocó vivir.

Entonces, ¿cómo construimos una sociedad más igualitaria? Evidentemente, no existe ningún tipo de “receta mágica” contra la desigualdad, sin embargo, analizar casos exitosos puede ayudar. Revisemos los siguientes datos:

> Gasto público en relación al PIB:

– Dinamarca: 45,7%

– Suecia: 44,3%

– Finlandia: 42,3%

– Noruega: 40,2%

Chile: 25,36%

En los países nórdicos, el Estado no se limita a subsidiar determinados servicios, como sucede en Chile, sino que es el responsable de suministrarlos a la población aplicando ciertos principios de competencia e iniciativa privada. Esto se ve reflejado en el ingente gasto público.

> Índice Global de Movilidad Social, 2020:

1- Dinamarca.

2- Noruega.

3- Finlandia.

4- Suecia.

35- Uruguay.

47- Chile.

¿Qué nos dice este índice? Si una persona nace en una familia de ingresos bajos en Dinamarca, le llevaría dos generaciones alcanzar el ingreso medio, o tres en Noruega, Finlandia y Suecia. Mientras en Chile y en Francia le tomaría seis generaciones, o nueve si nació en Brasil o en Sudáfrica.

> Fuentes de ingresos fiscales en Suecia y la OCDE, 2017:

En Suecia, lo recaudado a partir del impuesto a la ganancia de la persona física predomina por sobre las demás fuentes de ingresos fiscales, como el impuesto aplicado a las empresas. De hecho, según datos de la OCDE, en 2017 el 30% del total de los ingresos tributarios provinieron de los impuestos a la ganancia de las personas físicas. Es cierto que los ciudadanos obtienen un alto gravamen, pero a cambio reciben servicios de gran calidad.

> Índice de Libertad Económica, 2019:

14- Dinamarca (76,7)

18- Chile (75,4)

19- Suecia (75,2)

20- Finlandia (74,9)

26- Noruega (73,0)

Este índice contempla:

1- Estado de Derecho: derechos de propiedad, integridad de gobierno, eficiencia judicial.

2 – Tamaño de Gobierno: carga fiscal, gasto de gobierno, salud fiscal.

3- Eficiencia Regulatoria: facilidad de hacer negocios, libertad de trabajo, libertad de política monetaria.

4- Apertura de Mercados: libre comercio, libertad de inversión y libertad financiera.

A mayor puntuación; más abierto a los negocios está el país, es decir, mayor cantidad de políticas de libre mercado acoge su economía.

> Índice Global de Felicidad

1- Finlandia

2- Dinamarca

3- Noruega

 7- Suecia

26- Chile

La felicidad de los habitantes es directamente proporcional al desarrollo económico y social del país. Es por esta razón que los primeros puestos de este índice se lo llevan las economías más ricas, siendo los países más pobres los que ocupan los últimos lugares.

Conclusión.

Es de manifiesto que, más allá de una mera correlación, existe una causalidad entre resultados. De los datos anteriormente analizados, cuando menos dos puntos son relevantes para la discusión de la desigualdad social. El primero, que un mercado sano, es decir, propicio para la inversión y el libre emprendimiento, es imprescindible en la fundación de una sociedad fructífera. Por otra parte, igual de importante que un sector privado robusto, es la existencia de un ente central que regule con eficiencia y participe activamente de las interacciones de los distintos agentes económicos en virtud de la consecución de valores sociales tan importantes como la igualdad con el objetivo de construir un tejido social fraterno, saludable y feliz. Todo esto para que los factores de origen de un individuo (como el estrato social, etnia, religión, entre otros) tengan menor incidencia en el trato recibido por parte de la sociedad. En definitiva, que no exista una educación, una salud y una justicia para ricos y otra para pobres.

El modelo nórdico de bienestar bien puede servir de ejemplo para el Chile que queremos construir. Un Estado sólido que es capaz de satisfacer las necesidades de su pueblo con singular eficiencia. Un mercado competitivo e innovador que favorece el bienestar y la prosperidad. En resumen, como en su momento dijo Konrad Adenauer; padre del “Milagro económico alemán”, “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”.


*Imagen de cabecera propiedad de Monempresarial.

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